El investigador Diego Luzatto (*) , publicó en la revista Aves Argentinas (edición 64), un texto en el cual remarca el “escenario de vulnerabilidad local sobre la población de caballitos de mar patagónicos” una especie que se encuentra en peligro por el avance del turismo y el uso comercial.
A pesar de su relativamente corta historia evolutiva – data de unos cinco millones de años– los caballitos de mar cuentan con una alta diversificación morfológica: existen especies con menos de dos centímetros de tamaño y otras más grandes, llegando a superar los treinta centímetros la mayor de ellas.
Su cabeza se ubica en un ángulo aproximadamente recto respecto de su cuerpo, desplazándose en natación erguida y con el rostro al frente. Sus aletas se muestran muy modificadas en forma y función respecto de lo usualmente observable en peces. Las aletas protagonistas de la propulsión natatoria son la dorsal y las pectorales y están asociadas también a esta movilidad horizontal manteniendo su eje vertical.
En cambio, en la generalidad de los peces la primordial para esta función es la aleta caudal, que en los caballitos de mar no existe y en su lugar existe una transformación de la parte posterior del animal en una cola articulada con capacidad prensil, por medio de la cual se sujetan a diversos sustratos presentes en el fondo o, eventualmente, en la columna de agua. La variabilidad morfológica que mencionamos para el grupo no es solo una cuestión de tamaño.
También incluyen estructuras en su diseño corporal que los hacen diferentes y pueden interpretarse como adaptaciones para cumplir con una característica propia de estos peces: la gran capacidad de mimetizarse con el paisaje circundante. Por ejemplo, aquellas especies que habitan arrecifes de coral generalmente están dotadas de largas espinas que los hacen pareceruna rama más del coral al que se sujetan.
Otras, desarrollaron bultos en sus cabezas y cuerpos que simulan pólipos individuales de algunas formas de gorgonias (corales blandos). Esto también ocurre en otros hábitats con presencia de caballitos de mar, como los pastos marinos o en aquellos en los que dominan algas e inver – tebrados sésiles (fijos al fondo marino). Monógamos, comunicativos y únicos Los caballitos de mar se distinguen de los peces convencionales también por su comportamiento.
Entre ellos la monogamia, que dio origen al mito de la fidelidad. Esta monogamia (no estricta) puede interpretarse también como una respuesta a su escasa movilidad y su baja densidad poblacional. Así también, su baja densidad en el fondo marino no es homogénea pudiendo detectarse pequeñas agrupaciones de ambos sexos.
Otro rasgo muy llamativo surge de observaciones realizadas, fundamentalmente en cautiverio, que sugieren interacciones entre individuos asimilables a una comunicación. Esto se ve exacerbado durante los eventos sexuales dentro de un mismo sexo o entre ellos donde parejas o individuos de un mismo sexo realizan nados sincrónicos, gesticulaciones con sus cabezas que parecen ser respondidas, interferencias de un o una tercera con o sin agresividad en el proceso de cortejo previo al apareamiento.
Estas, entre otras conductas, parecen indicar estar ante la presencia de una comunicación consciente entre individuos de, como se dijera al comienzo, peces que no parecen peces. En Argentina solo se conoce una especie, Hippocampus patagonicus, que presenta todas estas características mencionadas y es objeto de estudio.
Se ha encontrado que cada individuo es único y reconocible luego de transcurrido tiempo del primer encuentro. El patrón pigmentario de sus rostros y cuerpos se constituye como una huella digital que lo identifica.
Esto, además de reforzar la idea de la individualidad en sentido amplio de los caballitos de mar, tendría aplicaciones en el campo de la ecología y conservación. Reconocerlos individualmente remueve la necesidad de marcarlos. Estos métodos de marcado ampliamente utilizados son invasivos por tratarse de inyecciones de colorantes (elastómeros). No se sabe certeramente las secuelas que pudieran sufrir los animales o la modificación de alguna o muchas de las variables ecológicas en las que se desenvuelven las poblaciones naturales.
El marcaje por estos métodos comienza a parecer obsoleto frente a la posibilidad de identificación certera mediante una simple fotografía de sus rostros. Considerando que se trata de animales que sugieren tal complejidad individualidad y social, debieran adoptarse generalizadamente las mejores prácticas en cuanto a la ética para su estudio, sin por ello resignar información.
Frágiles y en peligro Las poblaciones estables de caballitos de mar en Argentina son escasas y están confinadas en ambientes muy especiales. Actualmente, la que mayor atención ha recibido es la de la Bahía de San Antonio, norte de la Provincia de Río Negro. Se la conoce como la más austral de la especie.
Este ecosistema de humedales marinos, en la porción más meridional del Golfo San Matías, se compone de dos canales principales adentrándose sobre la porción continental aumentando así el aislamiento y protección de sus aguas.
Adicionalmente las mareas, con un promedio de siete metros de amplitud, generan fuertes corrientes y remolinos que incrementan la particularidad de este ambiente de extensos intermareales y baja profundidad de los submareales, alcanzando aquí altas temperaturas del agua en verano.
Este ecosistema es asiento de tres ciudades con escasa mitigación sobre los contaminantes industriales y domiciliarios que se generan. Así también, la no planificación de la actividad turística, con crecimiento exponencial, ha invadido con contaminación sonora, basura y pisoteo áreas que hasta hace poco eran mayormente prístinas.
Hoy son promocionadas como “Caribe de la Patagonia” sin provisión de servicios esenciales y casi sin control sobre las actividades que se desarrollan. Su progresiva degradación se traduce en sitios donde la población de caballitos de mar casi desapareció; y otros donde se verifica una permanente declinación.
Este escenario de vulnerabilidad local sobre la población más conspicua de la especie ha llevado a que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) le asigne a la especie un riesgo de extinción, categorizándola globalmente como Vulnerable (VU). Otra amenaza es una pesquería de baja escala que busca individuos para ofrecerlos deshidratados a turistas, como “souvenires exóticos”. Así las cosas, nuestros caballitos de mar están muy lejos de la sustentabilidad y su futuro peligra.
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(*) DIEGO C. LUZZATTO, CIENTIFICO DEL INSTITUTO ANDINO PATAGÓNICO DE TECNOLOGÍAS BIOLÓGICAS Y GEOAMBIENTALES (IPATEC-CONICET). GRUPO DE ESPECIALISTAS IUCN: SEAHORSE, PIPEFISH AND SEADRAGON.