Tanto Valcheta como Las Grutas son mis lugares en el mundo. Dos paisajes diferentes pero que cada uno tiene su atractivo particular. Tampoco me quiero olvidar de Bahía Blanca con sus cafés tradicionales, sus escuelas, la biblioteca Rivadavia, la plaza, las casas donde alguna vez viví y fui feliz con mis padres y mi hermano. Hoy todo está en el mundo de mis afectos.
Pero estamos felices con Irma, mi compañera, de poder regresar en este verano a nuestra casa de Las Grutas. Ya cuando vemos el mar “del golfo más azul del continente” cuando entramos por el acceso sur todo parece diferente. Ver sus rotondas, la avenida Río Negro con sus árboles y flores, con sus esculturas, la peatonal, la costanera, las bajadas y la playa llenan el alma de alegría.
Y saber que podré ir a la Biblioteca “Piedra Buena” a hojear libros, comprar los de oferta, hacerme socio temporario y retirar otros me predispone para pasar unos días de descanso y de solaz.
Pero lo más importante es que es un lugar de encuentro con los hijos y familiares –casi todos dispersos- y ver a los nietos nos alegra sobremanera el corazón.
Por las nochecitas cálidas del verano salir a caminar, tomar helados, mirar en la placita de artesanos las maravillosas creaciones que engalanan cada puesto, mirar las estrellas y lo que es más lindo aún escuchar el sonido del mar siempre cercano, que es como tener una caracola (de esas que juntaba pablo Neruda) en el oído. Mirar a los lejos los barcos que esperan puerto para cargar, con sus lucecitas remotas. Y detenerse un ratito a escuchar a los artistas callejeros o ver alguna obra de teatro, son placeres que alegran la vida.
La parrilla que el invierno descansa su sueño otra vez se viste con sus mejores galas y los amigos que caen con su guitarra y sus poemas para compartir veladas inolvidables.
Sé que lamentablemente algunos ya no estarán con nosotros pues en este año fatídico han partido hacia ese otro cielo donde se vive de veras.
Por cierto, que nada será igual, habrá que respetar los protocolos sanitarios, el distanciamiento y el uso de los tapabocas, pero lo principal de toda esta pandemia es que tenemos que aprender a cuidarnos y cuidar a los demás.
No faltará como todos los años algún viaje al puerto –hermoso lugar con magia- a San Antonio Oeste a visitar a los familiares (sentiremos la ausencia de mi suegra), a las Coloradas, al Sótano, y a tantos otros lugares de incomparable belleza. ¡Qué afortunados que somos!!
Nacerán nuevos textos y poemas, podré regar los árboles, mirar los jardines, comprar verduras y pescados, cocinar. ¡Tantas cosas lindas!!
Por supuesto que siempre se extraña el pago chico, pero estamos un poco hermanados en un solo destino.
Como soy optimista pienso que esto como todas las cosas también pasará. Nada es para siempre. Y me recuerdo siempre la hermosa frase de Miguel de Cervantes Saavedra donde don Quijote le dice a su escudero Sancho Panza: “Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que pronto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal y el bien sean durables, y de aquí se sigue que habiendo durado mucho el mal, el bien está cerca”. Así será.
Jorge Castañeda (Escritor – Valcheta)