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Un estudio en Río Negro revela el efecto de la pandemia en los niños «aburridos, desganados y con depresión»

Un centro médico de Bariloche realizó durante el 2020 una encuesta a padres para conocer su percepción acerca de niños y adolescentes. Los resultados fueron contundentes: aburrimiento, desgano y tristeza fueron comunes a todas las edades. Hubo también trastornos de alimentación y aumento de peso, entre  otros.

Un año sin clases y el encierro prolongado generaron consecuencias en niños y adolescentes. Así se desprende de un estudio realizado por el Centro Pediátrico Melipal: «Impacto psicológico del aislamiento por COVID-19 en jóvenes de San Carlos de Bariloche, Argentina: la mirada de los padres», que fue publicado en la prestigiosa Revista «Archivos Argentinos de Pediatría».

La pediatra, miembro y ex presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría Filial Lagos del Sur, Gabriela Giannini, comentó que el trabajo se hizo con la población que acude al centro, por lo que quizá tenga un sesgo.

Entre los factores más recurrentes se encontraron “aburrimiento, desgano, tristeza, los chicos expresaban que estaban tristes, aburridos, que no sabían que hacer”, comentó y agregó que hubo trastornos de sueño, como no poder dormirse o tener pesadillas y también despertarse con crisis de angustia a mitad de la noche.

El panorama cambió por completo este año, aunque también hubo suspensión de clases. “Los chicos de todas las edades están contentos por haber vuelto”, expresó. El año pasado fue muy duro para los chicos de quinto año, hubo pacientes que fueron derivados a una consulta psicológica. “Fue horrible, los agarró en quinto año, donde es el año que programan el viaje, lo esperás toda la vida, fiesta, viaje, entrega de diplomas y también es el año donde proyectás qué hacés al año siguiente; las dos cosas truncadas, ni compartir quinto año, ni viaje, ni fiesta y difícil proyectar, fue muy difícil, realmente la pasaron muy mal”, lamentó.

También fue un año complicado para los chicos que comenzaban el nivel primario, “tener que hacer todo un año virtual para primer grado fue dificilísimo”. Si bien algunos se adaptaron, otros papás comentaron que no podían sentarse y que los chicos hicieran el proceso de la lectoescritura a través de una pantalla. En primer grado es fundamental la relación con el docente.

“La escuela es el lugar donde el chico aprende y se sociabiliza, sin la mirada del papá; al hacer todo virtual, los chicos no  se escapan de la mirada del padre, incluso docentes comentaban que algunos chicos muy participativos, en el zoom no hablaban, no levantaban la mano. Suponen que una cosa es que el chico esté en el colegio y otra en su casa, donde se siente observado”, explicó y agregó que, con la virtualidad, “perdieron su intimidad, sus espacios, ni hablar de lo espacios lúdicos y en los más grandes su núcleo de amigos, de confidencias”.  Sin dudas hablar por celular no es lo mismo que encontrarse.

Consultada respecto a casos de suicidio adolescente señaló que hubo algunos registros aunque explicó que “creo que la pandemia vino a ser la gota que rebalsó el vaso de una problemática, quizá si no hubiese estado el aislamiento no hubiese pasado”. Insistió en la importancia del núcleo de contención que es el colegio para los adolescentes. Manifestó que perdieron su espacio y quizá no todos los ámbitos familiares son amigables, por lo que el hecho de salir y encontrarse con sus amigos o ir al colegio “son su cable a tierra”, algo que perdieron el año pasado. En los primeros meses estuvieron encerrados 24 horas en sus casas, y muchos en sus cuartos, se alteraron las rutinas  y todo esto influyó en su psicología y estado anímico.

Giannini comentó que además hubo casos de depresión en adolescentes, y aumento de trastornos de la conducta alimentaria, por estar mucho adentro. También en los chicos más pequeños se han hecho consultas con psicólogos  por trastornos de sueño, estar enojados, tristes, sumamente irritables, agresivos, llorar o tener miedo a enfermarse  o que enfermen sus padres o se mueran y también sus abuelos. “Fue muy difícil”, sostuvo.

Con la pérdida de rutinas también aumentó el número de horas frente a las pantallas, no sólo para responder al zoom de la escuela sino por esparcimiento, al estar obligados a estar encerrados. Se observó, así mismo, un  aumento en la curva de percentiles de peso, chicos que se cruzaron dos o tres percentiles por no ir a colegios, cumpleaños, sumado a la falta de actividad física, que se permitió más adelante, aunque no todos accedieron a las caminatas o paseos en bicicleta.

La pediatra comentó que este año se observa que muchos chicos “se vienen acomodando, al haber empezado las clases y haciendo alguna actividad”. Resaltó que “el colegio es necesario e imprescindible desde todo punto de vista, fue muy largo desde el 20 de marzo”, reflexionó y si bien en todos los lugares se suspendieron las clases estimó que quizá tendría que haber sido algo más sectorial, de acuerdo con la situación epidemiológica de cada lugar, “no dejar todo un año a los chicos fuera el sistema educativo, y ni hablar los colegios donde se les ofrece comida, donde tienen otro ámbito de contención, han quedado expuestos sin que la escuela sea el factor de socialización, contención”.

Giannini fue contundente: “no debería volver a cerrarse o que sea en períodos cortos y que sea lo primero que se vuelva a abrir». (*Por Marifer Guerra para B2000)

VER EL ESTUDIO: https://www.sap.org.ar/docs/publicaciones/archivosarg/2021/v119n3a06.pdf

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