Después de 46 años, se reencuentran en Las Grutas: la fuerza de la amistad perdura





A veces, el destino parece conspirar para unir a las personas en momentos cruciales de sus vidas. Eso fue precisamente lo que ocurrió con la Clase 1958 de conscriptos, quienes después de 46 años se reencontraron en Las Grutas. A los 18 años, la colimba los unió en Comodoro Rivadavia, y hoy, la fuerza de la amistad los volvió a reunir en un emotivo evento que celebraron con alegría.


La colimba, el servicio militar obligatorio que cumplieron en su juventud, marcó un hito importante en sus vidas. Dialogamos con dos de ellos Ernesto Sobrero y Daniel Bordignon y ambos compartieron sus pensamientos sobre aquel momento.

«A nosotros, nos marcó mucho el tema de los 18 años. En el caso mío en particular, yo no había salido de mi casa. Salvo vacaciones con la familia, de salir de tu casa, irte de tu casa. Durante 14 meses, lejos. Yo saco un balance absolutamente positivo hacia mi persona, lo que significó para mí, absolutamente, 100% positivo.»

La colimba también fue una experiencia transformadora: «A mí me sirvió mucho porque inmediatamente después de la colimba, me fui a estudiar también lejos de mi casa. Y era muy distinto, yo sentía que era muy distinto fue muy valioso el paso primero por el Comodoro Rivadavia a 1200 kilómetros de mi casa en la adversidad, teníamos que arreglarnos entre nosotros y nace una camaradería muy grande entre los pibitos.»

Ambos amigos compartieron la intensidad de aquellos tiempos difíciles: «Al principio fue un golpe muy duro. Igual nos bancamos perfectamente, pero también había mucho llanto. Estaba el desarraigo, pasan cosas jodidas. En la colimba estás solo y vos decís que no tenés a tu mamá, tu papá, y lo único que tenés es a otro pibe. Entonces eso nos marcó mucho y nunca lo pudimos olvidar.»

A pesar de las adversidades, la amistad persistió. Con el paso de los años y los avances tecnológicos, lograron mantener el contacto, aunque no siempre fue fácil. «Nos empezamos a contactar, hoy es más fácil comunicarse a diferencia de otros tiempos, antes no había tanta tecnología o poder comunicarlo como comunicamos. La idea era juntarnos en la base, en la 9ª Brigada Aérea, hicimos los contactos correspondientes.»

El reencuentro en Las Grutas se planificó debido a las restricciones en la base militar, pero gracias a la tecnología y las redes sociales, un grupo creciente de compañeros se unió al evento. «Decidimos esto a pesar de que nos veníamos juntando regionalmente muy poquitos, pero entonces se armó un grupo de WhatsApp y estamos comunicados día a día.»

El evento reunió a muchos de ellos que compartieron historias y recuerdos. «Éramos más o menos, 220, eran tres compañías de servicios para una brigada. Las cosas de encontrarse por supuesto que surgen las historias de recuerdos de alguna cosa que las macanas lo que le pasó del fulano no tienen desperdicio. Pero más allá de eso, se suma la nostalgia y un montón de sentimientos que nos conmueven.»

El reencuentro no solo fue un evento emotivo, sino un testimonio de la duradera amistad y camaradería que se forjó en tiempos difíciles. «Es como que si no hubiera pasado el tiempo, porque como que estuviéramos vinculados todo este tiempo de aquel momento tan fuerte que nos ocurrió a nosotros y es como que seguimos más allá de cada uno de sus vidas.»

Este reencuentro en Las Grutas es un recordatorio de que la amistad verdadera y las experiencias compartidas pueden perdurar a lo largo de las décadas, superando cualquier obstáculo en el camino. Estos amigos demostraron que, incluso después de 46 años, la fuerza de la amistad sigue viva.

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