Mensaje Pascual 2019 de los Obispos de la Región Patagonia-Comahue: “La mujer protagonista”

obispos de la patagonia




¡JESÚS HA RESUCITADO!
Queridos hermanos y hermanas, queridas comunidades de nuestra Patagonia, reciban nuestro saludo con esta siempre nueva y buena noticias: CRISTO HA RESUCITADO. Que esta Pascua nos convoque para ser mensajeros y testigos de vida plena… Que esta Pascua renueve nuestra esperanza tan necesaria en estos momentos que vivimos. La Pascua es meta y anticipo, por eso, nos pone en camino, alejando de nosotros la tentación del fracaso, la desilusión, del miedo, el bajar los brazos. La Pascua siempre es respuesta para los interrogantes profundos que nos inquietan y preocupan. La Pascua nos une a Cristo que venció toda la muerte.

1- Los invitamos a acercarnos a uno de los testimonios de la Resurrección, que nos relata el Evangelista San Lucas: “El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea; es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día”. Y las mujeres recordaron sus palabras.

– Cuando regresaron del sepulcro, refirieron esto a los Once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles, pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas. Entonces regresó lleno de admiración por lo que había sucedido” (Lc. 24,1-11). –

En el texto encontramos una invitación a unirnos e incluirnos en ese grupo de mujeres, donde lo primero que se nos muestra es que el dolor de la ausencia de Jesús no las ha paralizado. Tampoco nosotros queremos que las desilusiones, las ausencias de quienes deberían estar, los fracasos y pecados que tenemos como Iglesia nos detengan. El caminar de esas mujeres solo se explica por el amor hacia Jesús. Ese amor las lleva hacia el sepulcro, a embalsamar ese cuerpo del “amigo” desechado por los poderosos. Como éste el amor auténtico siempre ha de ser concreto, y hoy muchos lo están necesitando, hasta quizás en la familia de la puerta de al lado. Celebrar las Pascuas es renovar nuestra vocación de cuidar toda persona, desde su comienzo hasta el momento final. En cada persona deberíamos descubrir la presencia de Jesús, y cómo Él nos lo indicó, en los más sufridos, olvidados y descartados, en aquellos que lo necesitan.

2- El amor de las mujeres a Jesús hace que nada las detenga. La penumbra del amanecer, los miedos, la incredulidad de los más cercanos, la descalificación por parte de algunos, la desesperanza contagiosa, no logran desalentar a esa pequeña comunidad. Su caminar está sostenido por la esperanza. No se quedan enredadas, ni atrapadas por los razonamientos que quieren imponerse como únicos e incuestionables. Saben recordar y descubrir que Dios nunca abandona a sus hijos. “Removida la piedra…”, a las mujeres y a Pedro les surgen preguntas e inquietudes, que sólo la Vida y el Amor pueden serenar y responder.

Qué regalo grande es creer en Cristo Resucitado. Esa Fe Pascual hace que se desmorone todo pesimismo, desesperanza, resignación que llevan a dejar que la historia fluya por los caminos de la pasividad, del individualismo, del materialismo, de la desconfianza, del olvido y abandono de lo que nos hace verdaderamente felices. Pascua es renovación, recreación, es fuerza, entusiasmo, es nueva oportunidad y posibilidad… Es seguir apostando por los caminos de la paz, de la convivencia, de la fraternidad, del bien común.

3- No quisiéramos terminar este saludo sin hacer referencia al año electoral que estamos viviendo como patria. Para eso, le damos la palabra a nuestro hermano obispo Enrique Angelelli, que el próximo 27 de abril será declarado beato por la Iglesia, juntamente con otros tres compañeros también mártires como él. Decía él: “Votar no consiste solamente en depositar una “papeleta” en una urna… Votar no significa cumplir un deber cívico para evitar una infracción a la ley. Votar no es tratar de congraciarnos… para conseguir una “ventaja” personal. Votar es hacer y construir nuestra propia historia argentina y provincial. Es poner el “hombro” para que como pueblo no se nos considere solamente en las urnas sino el gran PROTAGONISTA Y ACTOR en la reconstrucción de la Patria. Es para eliminar las causas que engendran injusticia, miseria, odios, éxodos obligatorios. Es para eliminar las causas que ocasionan niños desnutridos, hogares en la permanente inseguridad por el pan de cada día, una concepción de la enseñanza que engendra hombres insatisfechos, resignados, frustrados, desorientado en los interrogantes más fundamentales de la vida. Es para que se multipliquen las fuentes de trabajo, para que no tengamos tantas manos argentinas “ociosas” sin saber en qué emplearlas. Es para que en la Argentina no siga siendo más importante el “tener más” sino el “ser más”, es para que haya una Argentina nueva para TODOS”. (Homilía del 25 de febrero de 1973).

4- Hermanas/nos, que el Señor Resucitado nos anime en la esperanza de construir, trabajando entre todos, un país donde la justicia sea justicia, la solidaridad con los pobres no sea asistencialismo, los pobres que hoy son invisibles sean vistos por todos, los valores y principios que nos han llevado a ser patria no nos sean robados; donde vivamos la alegría de reconocernos hermanos, no sólo entre argentinos, sino con todos aquellos que quieren sumarse a nuestra bendita tierra y donde, renovando nuestro compromiso ciudadano al votar, volvamos a creer que Argentina puede salir adelante”.

5- Las mujeres han sido luz en este mensaje Pascual y también lo son en nuestras comunidades, les agradecemos su presencia y su entrega, sus miradas. Agradecemos también a las familias, los matrimonios, los jóvenes, los niños, los adultos de edad avanzada, a todos los necesitados que nos muestran el hambre de Vida plena y nuestra pequeñez necesitada que hacen concreta esa PRESENCIA VIVA Y MISERICORDIOSA DE JESÚS, EL QUE VIVE RESUCITADO. ¡No nos dejemos robar ni la esperanza, ni la alegría! Él está con nosotros hasta el fin y nos amó hasta el extremo. María, Mujer de la Pascua, nos cuide a todos, como lo ha hecho siempre con sus hijos en cada tiempo. Dios, que vive resucitado, nos anime a reconocerlo en cada prójimo y, gracias a la oración de todos, le dé lugar en el corazón.

¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!
¡RECIBAN NUESTRA BENDICIÓN!

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