Editorial: carencia

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El mal humor general en términos sociales es innegable y se aprecia en todos los estamentos. El escenario que genera la emergencia sanitaria lleva a los extremos del enojo con la clase política esencialmente, son quienes deben tomar decisiones.

Las alocuciones estos últimos días del sacerdote Tovar de San Antonio, palabras que reflejan el pensamiento de una sociedad que, hastiada de malos ejemplos, dimes y diretes, como por ejemplo de representantes comunales que, en vez de trabajar, se cruzan por las expresiones mediáticas de uno y de otro. O absurdas manifestaciones de funcionarios en las redes sociales, que no le hacen nada bien al gobierno municipal.

La pandemia hace estragos en la vida y en la economía no solo del país, sino de la provincia y de los habitantes de este municipio, quienes apuestan el trabajo a diario, comerciantes y jornaleros, salieron muy fuerte a querer romper el esquema impuesto por las restricciones del gobierno nacional.

Casadei declaró esencialidad al conjunto y después debió retraerse, pero sus concejales, en vez de presentar al menos un proyecto, por ejemplo, una ordenanza para declararlos justamente «esenciales a todos», solo atinaron a un comunicado que después solicictaron quitarlo de los medios.

El apoyo al intendente debió tener un marco normativo y con eso apuntalarlo mínimamente, tras el cimbronazo político interno que tuvo en JSRN y que también, como lo confirmaron desde el gobierno provincial, generó tensión, aunque con el correr de las horas, lo fueron minimizando.

Pero la política no es para tibios. El mandatario sanantoniense lo sabe y en la semana, tras las jornadas de tirantez interna del partido provincial, salió a jugar fuerte y postuló a un intendente para la candidatura a diputado nacional, lo eligió a Pogliano, por el entendimiento mutuo que tienen.

Más allá de esas contrariedades políticas, el municipio tiene un mayor problema y tiene que ver con la escasa estructura de seguridad y de salud que son básicamente complicaciones que debe resolver la provincia.

Ambas son carentes, aunque los representantes gubernamentales del oficialismo no lo reconozcan y lo eludan.

El dato de estos días, no llegan siquiera a 20 pacientes con Covid y saturaron las disponibilidades del principal nosocomio de la zona atlántica. Habilitaron de manera urgente el modular de Las Grutas porque Salud envió ¡4 camas! para salvar la insuficiencia de lugares en San Antonio.

La estructura modular con problemas de calefacción y sin todos los elementos prometidos por el gobierno de Alberto Fernández, después de tantos meses, no estaba aún lista, pero arrancaron “como sea”.

La villa turística con problemas de vehículos y escasez de personal en la comisaría, necesitó que le presten desde San Antonio, incluso al iniciarse la pueblada del martes, debieron enviar efectivos de otras dependencias.

Hace un año hubo promesas de revertir esta situación, tanto en lo sanitario, como en materia de seguridad. Nada sucedió, todos sigue igual.

Acá no solo la culpa es del oficialismo, sino también de la oposición. Todos debería ponerse al hombro gestionar de manera constante y dejar de mirar los mensajes o los escritos de apoyos o de disidencias.

El camino hoy, es el trabajo conjunto y el diálogo, pero eso es utópico. Prima ya el año electoral. La situación sanitaria es angustiante y es difícil que baje la tensión política.

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