“Pero las olas del tiempo/ no son como las del mar/ los años se van flotando/ no se pueden amarrar”, supo escribir el amigo y poeta grutense Héctor Julio Meis. Y ¡cuánta razón tiene!
Revisando viejas postales me volví a encontrar con ésta que muestra una vista aérea de Las Grutas de años atrás. Y, como otras, me provoca una cierta nostalgia. Nostalgia por las cosas que el tiempo inclemente se ha llevado: los viejos amigos que ya no están, aquellas primeras casas, los cañadones, algunos chañarales, los médanos, los comercios, las calles de tierra y sobre todo el solaz y la tranquilidad de los veranos. Pero, todo ha cambiado. La modernidad se impone y ya nada es lo mismo. Solo perdura el ir y venir de las olas, el cielo azul y esos atardeceres cuando la luna se refleja en las aguas.
Miro la postal con una lupa y al decir de Pablo Neruda, poeta de Chile, se empiezan a encender las preguntas:
¿De qué parte está tomada? ¿Alguien se acuerda de esa placita? ¿Las casas del ACA son las mismas? ¿Las dos calles que se ven cuáles son? ¿Qué bajada es? ¿La torre que se divisa atrás es la de Gas del Estado? ¿Y ese edificio blanco será la vieja Delegación? ¿Quién será el propietario del Ford Falcón?
Sobre el mar se divisa la silueta del Fuerte Argentino, ahora tan lleno de leyendas y de turistas. El mar y las restingas son los mismos.
Ahora todas las calles están asfaltadas, hay edificios de varios pisos, algunos médanos han desaparecido, chañares casi no se ven, el avión de la tercera está en el Aeroclub, los viejos boliches son un recuerdo, Las Coloradas han perdido su tranquilidad, la playa está congestionada.
Por suerte los loros todavía alborotan el ambiente, pero así y todo Las Grutas es un verdadero paraíso y uno de mis lugares en el mundo. (Escritor – Valcheta)
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